Hace un año el
mejor lateral del mundo, ahora sumergido en esa profunda crisis de rendimiento
que más tarde o más temprano alcanza al futbolista brasileño más profesional.
Daniel Alves fue durante la etapa gloriosa de Guardiola uno de los pilares
básicos en los que se organizaba el equipo: tanto por su verticalidad y
precisión en ataque como por su intensidad defensiva, sin olvidarnos de que
siempre fue un referente a la hora de sacar el balón jugado combinando y
entendiéndose a la perfección con los centrocampistas eternos de la Masía.
Hemos pasado
de depender casi exclusivamente de él en las alineaciones como se puede
depender de Valdés, Puyol, o incluso Xavi, Iniesta o Messi, a convertirse en un
jugador sustituible por su deambular en el campo con más pena que gloria. Tanto
que muchos agradecimos su oportuna lesión en el Clásico de liga en el que, sólo
por su inexperiencia en la juventud (error inevitablemente subsanable) Montoya le dio mucha más solidez al equipo.
Sin dejar de añadir además que el larguero repelió su último disparo que
hubiera supuesto el 3-2.
Dani Alves fue
el que hace ya más de un año protagonizó una de las pocas situaciones
controvertidas en el tema de renovación de contratos deportivos. Él y su agente
presionaban de manera ostentosa reclamando un dinero que muchos manteníamos que
se merecía y que otros muchos no justificaban dárselo pues sería ponerlo a la
misma altura salarial que otros pilares importantísimos del equipo y que
presumiblemente aportan más. Finalmente y seguramente sin ver lo que pasaría en
el futuro, Dani Alves se entendió con la directiva actual y acabó consiguiendo
un contrato multimillonario que le ponía a la misma altura que los Xavi,
Iniesta y Puyol. Para algunos exagerado. Para mí no. Aunque estoy comprobando con
el paso del tiempo que pagarle a un brasileño en proporción a lo que juega es
peligroso: te arriesgas inevitablemente al acomodo de ese jugador.
Es un arma de
doble filo: tipos como Ronaldinho jugaban de manera tan eficazmente maravillosa
y espectacular que se merecían cualquier dinero que pidieran si tu intención
era mantenerlo en tu equipo. El problema, es que cuando han jugado lo
suficiente para conseguir lo que merecen, dejan de jugar para acabar no
mereciéndose lo que firmaron. Todos los brasileños que llegan a la élite se
pierden antes o después. Ronaldinho, Deco, Ronaldo, Kaká… por decir los nombres
más mediáticos, son un claro ejemplo. Parece que el proceso está sucediendo
también con el otrora fenomenal lateral.
En la retina
mantendré siempre como Ronaldinho, en su anteriormente descrita decadencia, se
dejó comer la tostada durante 90 minutos en una Supercopa de Europa por un Dani
Alves joven e incombustible. Una auténtica navaja que acabó convirtiéndose por
derecho propio en el capitán del Sevilla y ganándose el respeto de su afición. Ganándose
el interés que los grandes tuvieron por él (Real Madrid, Chelsea y Barcelona) y
mereciendo ser el futbolista por el que el Sevilla más dinero ha obtenido con
su traspaso: 36 millones de €. Por un defensor. Pero tanto por parte andaluza
como catalana, la inversión fue un éxito. Hasta ahora.
Ahora su
aportación es nula. En la defensa no es intenso, tanto es así que últimamente
no se ha preocupado ni por bajar a cubrir el hueco que deja al subir y perder
el balón; balones que pierde porque ya no ofrece seguridad ni para sacar el
balón tocado ni para combinar con sus compañeros; y en el apartado ofensivo,
sus desmarques son cosas del pasado, pues sus temidos desbordes han sido
sustituidos por ineficaces pases al pie y centros tan poco precisos como los de
un Arbeloa cualquiera. Podrían justificarse todos estos hechos con fallos
subsanables en lo deportivo, pero creo que es evidente que es un jugador que ha
perdido la concentración, ni le quedan fuerzas ni hambre por seguir ganando.
Ojalá me
equivoque y espero que el mejor Dani Alves vuelva a darle al Barcelona los
grandes momentos que ha sido capaces de darnos a la afición. Al fin y al cabo,
cuando un jugador muestra la desidia que él está mostrando, ya habría sido
señalado por el respetable si no fuera porque en su retina aún mantiene vivo el
recuerdo de lo que Dani Alves ha dado al Barça. Pero la paciencia tiene un
límite, y duele ver como un canterano como Montoya o un suplente comodín como
Adriano son capaces de pasar por delante de él en la rotación del equipo.
Montoya se está consolidando como un auténtico jugador de 1ª división, mientras
que Adriano está rindiendo en este inicio de temporada de manera impecable,
superando a muchos delanteros del equipo con 3 goles en Liga. Un caso digno de
estudio.
Tanto es así
que la inestabilidad de ese lateral ha hecho que se consolide mucho más el
ataque del equipo por la izquierda, donde están brillando Jordi Alba con sus
subidas (también lleva 3 goles, alguno tan importante como el 2-1 contra el
Celtic en el 93’) y un Villa renacido al que parece que tanto como por su
rehabilitación como por el relativo ostracismo al que Vilanova le tenía
sometido están haciendo sacar todo lo mejor de él. Suma eso a que Iniesta es
omnipotente jugando siempre tirado a la izquierda y que Messi por mucho que
juegue centrado siempre tenderá a irse a su pierna buena. Un desequilibrio
total del ataque. Sólo Adriano y las esporádicas actuaciones de Pedro han
compensado esa desproporción.
Una desproporción
que hace un año, cuando el mejor lateral derecho del mundo hacía honor a su
nombre, él solo se encargaba de desnivelarla a su favor. Una pena que hayamos
perdido esta baza. Todavía está por ver si la podemos recuperar. Pero por lo
que estamos viendo de un tiempo hacia acá (no sólo en esta Liga que empieza
ahora) las cosas no pintan bien.
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